Ara fa uns dies compartia amb vosaltres l'article Grandes miserias en una gran ciudad que em va fer arribar en Xavier Vilaró. Un retrat de les barraques d'Hostafrancs fet l'any 1912. Avui torno a compartir un article que parla sobre aquesta època de misèria al barri, i concretament d'una malaltia que va ser una autèntica xacra a la ciutat, la tuberculosi.
Una malaltia que ens sembla d'altres temps però que malauradament en l'actualitat creix a Barcelona. Un magnífic article de La Vanguardia de l'any 1901 que resulta una denuncia de les condicions de vida i de treball de les classes obreres i que a la vegada és una exhortació a les classes benestants. Un article que també m'han enviat, en aquest cas la Júlia. Moltes gràcies.
Prometo seguir buscant informació sobre aquest tema. Us deixo amb l'article.
A la tuberculosis sucumbe el rico como el pobre, más si se considera la cantidad que ambas situaciones aportan á su acervo mortal, directamente se va á la conclusión de que es ella hija directa de la escasez, de la falta de cuidados y más elementales medios de existencia.
Es vencido ei poderoso o por fuerza de sus vícios ó innata pequenez de naturales resistencias; de unos y de otra puede escapar por camino llano. El indigente llega á su aniquilamiento por ley de su vida, por dureza del trabajo a que se le somete, por la ausencia total de las apropiadas y precisas condiciones de vida. La desproporción de la mortalidad entre las dos clases se reconoce a primera vista y tal desproporción se debe en la mayor parte a la tuberculosis. Su poder es hoy tanto, que toda modificación que en los resultados de dicha enfermedad pudiera producirse, intervendría en el general índice tanatológico.
Todos estamos Interesados en la lucha antituberculosa o todos debiéramos estarlo;.el pobre por ser el que del mal más sufre,—como en este artículo me propongo demostrar,—el rico por alejar el peligro que en todo caso representa la proximidad de un foco infectante, y además por filantropía—aunque de esta última hay, por desgracia, que fiar bien poco.
Convendría que se supiera umversalmente que en todo contagio las progresiones son geométricas, que cada nueva víctima será causa de otras más, que los resultados se multiplicarán, ereciendo al fin por cantidades inmensas; sería necesario difundir la idea de que en tuberculosis, oomo en toda enfermedad contagiante, un sóio caso evitado representa adeianto de importancia; hay muchas docenas monos de invadidos, mañana centenares y más tarde millares y aún millones; cantidades éstas que, integradas por gente de buena salud, representan una gran masa aprovechable y una enorme disminución dei peligro. Así se comprende como trabajar hoy por la extinción del mal es hacerlo en provecho propio y como el más simple egoísmo debería encaminar a la obra de común defensa. En las pequeñas aldeas, faltas de servicio municipal de incendios, si el fuego estalla encuentra muy pronto energías que lo aislan, reducen y dominan, pero no se crea que todas esas energías obren por afecto al vecino desgraciado, lo hacen en una parta buscando el provecho singular: disminuir la llama que amenazaba el propio y bien provisto granero. La comparación es exacta.
Sin embargo,su alcance no se vé á sencilla ojeada. Los efectos del fuego son inmediatos, los del elemento tuberculígeno demasiado extensos a relativa larga fecha, y de éxito no tan claro. Cerebros incapaces de generalizar, solo impresionados por el detalle, impotentes de reducir a idea matriz la imagen retiniana abundan grandemente. Ellos, en todos sentidos, representan la impedimenta en el fijo y pausado avance de la humanidad y ellos también serán el obstáculo mayor con que los entusiastas en la lucha contra la tuberculosis habrán de tropezar por largo tiempo.
Creo, de todas maneras, que el ejemplo, el escalón lógico prestado a quien no sepa levantarse (instrumento de trabajo intelectual, como dirían los positivistas alemanes) utilizará para que por todos o casi todos se vea la fuerza y la razón de ideas hoy universalmente extendidas: de que para alejar el peligro de la dolencia que me ocupa, lo elemental es la evitación de todo contagio, el propio en primer lugar, el extraño, el colectivo, enseguida. Y si a este contagio contribuye tanto la miseria, con su derivado natural el alcoholismo, por qué no procuramos mejorar las condiciones sociales?
Barcelona, con su movimiento obituario tuberculoso, es una prueba evidente de lo que puede la pobreza en los estragos del mal. Es constante que los distritos 2.°, 3.° 4.° y 6.°, habitados casi de modo exclusivo por gentes acomodadas, sean los que menos contingente dan a la tisis mortal (no llega la proporción aun 30 por 10.000 cada año). Los distritos 1.°, 5.", 7.° y 9.°, que rodean la ciudad y que, a primera impresión se reputarían los más sanos—por hallarse en las afueras: algunos en la falda de los montes vecinos y otros junto al mar—pero que ocupa la población obrera y el firme resultado de la inmigración miserable, contribuyen hasta en un 40 por 10.000 á la mortalidad tuberculosa. Finalmente en el distrito 8. ° (Poble-Sech y Hostafranchs) donde las gentes se hallan más amontonadas, donde son peores las condiciones vitales y más albergue encuentra todo factor influyente en el desarrolló de la enfermedad tisiógena, (trabajo excesivo y sus consecuencias alcoholismo y malas costumbres), la proporción letal por tuberculosis es la mayor de todas, ya que pasa en buena cantidad de las cifras copiadas.
Estos datos no han de sorprender; antes bien son naturales, derivados de causas fijas que no pueden tener sino fijos efectos. Quien conozca la manera de vivir de nuestros pobres (y con ellos cuento á los obreros de salario insuficiente) estará conmigo.
Causa daño al corazón el cumplimiento de nuestro deber profesional en ciertas circunstancias. La clase media y la aristocrática no tienen siempre idea, á lo menos una parte, de cómo pasan sus días los que sufren. El trabajo excesivo y en talleres pequeños, sucios y mal ventilados, industrias ya de porsí letales, la alimentación escasa y adulterada—en relación con los medios de adquirirla—e! vino tan a mano y útil para matar las penas y otros mil coadyuvantes, que no son de este lugar, pero sí de importancia, menguan la existencia de los organismos. Por otra parte, la vida continuada en habitaciones estrechas, de limpieza imposible y deficiente aireación, el extendido horror al lavado, la escasez de educación de toda clase, contribuyen en grande escala á la obra destructor», y oponen al contagio, estas y las otras causas, hombres y mujeres sin defensa posible.
Y el mismo contagio se facilita por el hacinamiento de gentes, confusión de sanos y enfermos, vida común en espacios cerrados y pequeños y la falta absoluta de precauciones en talleres, oficinas, teatrilios baratos, bailes públicos y tantos otros lugares de trabajo o esparcimiento, en los que la higiene ni de nombre es conocida.
Asi pues, si de un lado disminuyen las resistencias y de otro se facilita la extensión del mal, cómo no comprender que sus estragos sean grandes y que tiendan a aumentar cotidianamente? A falta de defensa siempre corresponde, en enfermedades infecciosas, exacerbación del elemento productor de las mismas; éste encuentra fácil cultivo, se desarrolla intensamente, se aviva y se hace ubicuo. De este modo crece el peligro y se forma el circulo vicioso que, estrechándose cada vez más, acaba con la muerte de millares de individuos que debieran salvarse.
La población rica, en una buena parte, contempla impávida el espectáculo; pero es que ignora el daño que, por contragolpe sufre. No duerma, no abandone á su suerte al desgraciado. Este involuntaria ó inconscientemente puede quedar vengado r>or medio de la extensión de la enfermedad. Y.no es agradable dormir sobre el polvorín ui en casa que amenace su desplome.
AUGUSTO PI Y SUÑER
2 comentaris:
Ja veus, el Poble-sec i Hostafrancs els més desgraciadets... Pi i Sunyer va morir a l'exili i aleshores era molt jove, té molt de mèrit que el problema el preocupés tant.
Moltes gràcies Júlia!
Tens tota la raó, de fet hi ha molts articles de Pi i Sunyer molt interessants. És molt diferent aquest article del que vaig publicar l'altre dia, aquí es veu una reflexió més profunda.
Una abraçada
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