dijous, 25 d’octubre del 2012

Las casas no caen solas


Llegint el número 125 de la revista Carrer vaig descobrir un article que Josep Maria Huertas Claveria va escriure ara fa 40 anys i que he volgut recuperar per tots els que no tinguin l’oportunitat de llegir aquesta revista. El 30 d’octubre de 1972 una explosió de gas al carrer Rajolers (llavors Ladrilleros) va destruir quatre immobles, matant 14 persones i ferint 19 més. Una explosió que va deixar molts veïns sense llar i que va ser l’inici d’una important lluita veïnal.

Enguany fa 40 anys de la tragèdia del carrer Ladrilleros, a Sants, avui Rajolers. El 30 d’octubre de 1972, una explosió hi va destruir quatre immobles, va matar 14 persones i en va ferir 19 més. Fins a 65 veïns es van quedar sense llar. El 6 de març una deflagració ja havia causat 18 morts més al carrer capitán Arenas, a Pedralbes. Catalana de Gas havia substituït el gas ciutat pel gas natural sense adequar la xarxa. Només va reconèixer la seva culpa després de la desgràcia de Rajolers. Hi va haver altres explosions menors a Sant gervasi i a Horta. Les protestes contra l’empresa proveïdora i pel reallotjament de les famílies va ser una de les lluites més sonades d’aquells anys. per commemorar l’efemèride, recuperem un text publicat per Josep maria Huertas Claveria a la revista Destino el 18 de novembre de 1972. El reportatge formarà part de l’antologia que publicarà la Favb a la col•lecció Quaderns de Carrers amb motiu del cinquè aniversari de la mort de Huertas. 




Mientras estaba en la tocinería, se produjo una explosión sorda, no muy lejana. “A ver si serà gas…”, dijo el hombre buscando la mirada del parroquiano. Después, en dos tiendas más, los comentarios giraban sobre lo mismo. “Dicen que ha sido una bombona de butano en la calle del Taulat”.

Esta anécdota de Poble Nou, al otro lado de la ciudad de luto, es reveladora de una psicosis que se ha extendido entre la gente: miedo al gas. Desde que a las 48 horas de la catástrofe de la calle Ladrilleros, en Sants, se diese información oficial conforme que se trataba de gas natural, Barcelona tiene miedo. Miedo que ha subrayado una poco clara nota acerca de la catástrofe de Santa Amelia, atribuyendo igualmente a gas natural la causa de la explosión. Como ha señalado también El correo Catalan, la pregunta inmediata es la de cómo es posible que en el caso de Ladrilleros la causa haya podido ser determinada en 48 horas, y en el de Santa Amelia se haya tardado ocho meses, y se dé a conocer a los pocos días del suceso de Sants.

Los vecinos preocupados

Las 18 familias afectadas por el hundimiento de los tres inmuebles de la calle Ladrilleros –una calle de la que la mayoría de barceloneses no había oído hablar, y que está en el corazón del Sants más antiguo- están, a las dos semanas de la catástrofe, momento en que escribo este artículo-reportaje, prácticamente igual que al principio: realquilados en una residencia que depende del Ayuntamiento, comiendo en un bar cercano, perdiendo jornales para poder realizar gestiones que les den posibles pistas sobre el futuro de su vivienda… “A mí ya me han dicho que si no voy el lunes a trabajar, que me dan de baja.” “Hubo alguna empresa que descontó los jornales de los días que no fuimos a trabajar.” “A mi me han dicho que no me preocupe, que me tome los días que necesito. estoy en una buena casa…”

El insólitoconcejal Febrer, el león de Sants, es visitado por los vecinos afectados todas las tardes. Es él quien les ha buscado los pisos del Patronato de la vivienda como “solución” que ofrece el Ayuntamiento. La “solución” consiste en: - Unos pisos situados en el Bon pastor, al otro extremo de Barcelona. –Una entrada de 100.000 pesetas, que entrega el ayuntamiento a cuenta de un proyecto de expropiación de ampliación de la calle Juan güell, del que los vecinos habían oído apenas algún rumor y que el alcalde comunico el mismo día de la tragedia, y unas mensualidades, que serían de 3.500 pesetas los cinco primeros años y de 4.188 los diez siguiente.

“Pagábamos de 450 a 500 pesetas por vecino en Ladrilleros.” “Yo no, que pagaba 2.200. Y ese señor mil. Pero sacando la media de todos los alquileres saldría por unas 600. Y eso si que podríamos pagarlo.” Porque las 3.500 están muy lejos del alcance económico de los vecinos de Ladrilleros, de escasos recursos la mayoría. “Estamos en plan de expectativa. No podemos estar de acuerdo con ir al Bon Pastor.”

El concejal Febrer propuso, en el pleno del pasado día 3 de noviembre, a los pocos días de la tragedia, que los damnificados fuesen al Bon Pastor pero pagando sólo mil pesetas durante el primer año. “¿Pero y luego? ¿Tres mil quinientas cuando pase ese año? No podremos pagarlas. Hay muchos que hacemos el peón…” El abogado de las gentes de Ladrilleros, máximo Godó, que fue el apoderado de Febrer durante el período electoral y posterior jaleo de impugnación, insiste en que eso –lo de las mil pesetas- está prácticamente arreglado. Pero los vecinos nada saben. Estan cansados de que se enteren de las cosas por los diarios u de que se tergiversen sus declaraciones. “Vino un periodista de Madrid al bar, a que le explicase cosas, y luego cuando las leí, resultaba que yo no había dicho nada de todo aquello. Volvió otra vez para que le dijese más cosas y le dije que mejor se las inventase ya directamente, que para no poner lo que le dijera…” Es un hombre joven, bajito que ha estado callado durante toda la rueda de prensa, con una profunda sensación de tristeza. Su mujer acaba de dejar el hospital; su hijo fue aquel niño de dos años que murió bajo los escombros.

Insisten en que el concejal procura obtener los pisos del alcalde. “Nos ha dicho Febrer que ha estado hablando con el alcalde y con el presidente de la Diputación, y si él lo dice hay que creerlo”, expone el vecino que salió fotografía con el alcalde cogiéndole por el hombro. Uno comenta en voz baja: “Ya es tener fe en la humanidad…”.

Están nerviosos, rotos, cansados de hablar con la prensa, hartos de no saber de donde saldrá ese piso que urge. Sus peticiones respecto a la vivienda las resumen en: 
-Queremos pisos en Sants.
-Que tengan iguales características de tamaño y precio que los nuestros. 
-Que sean entregados pronto.

En Sants hay muchos pisos en construcción, concretamente –informan los del Centro Social del barrio donde tiene lugar la reunión- en la calle Olzinelles y en la Plaza de can Mantega son de protección oficial las viviendas que se construyen. “Mejor que nuestro empeño es nuestro deseo. Queremos quedarnos en Sants. Hemos nacido, vivido, tenemos nuestros amigos en Sants. Lo queremos todo en Sants.”

Los silencios de Catalana de Gas.

-¿No ha intentado nadie de Catalana de Gas ponerse en contacto con ustedes?
-No. Si no ha venido ningún espía…
Desde el primer día, en que el presidente de Gas Natural (filial de Catalana de gas), Pedro Durán Farell, contestó Vidal en Hoja del Lunes que prefería esperar el dictamen de los técnicos, que no quería opinar nada, Catalana de gas se ha mantenido oficialmente en silencio. Extraoficialmente, otros han hablado por ella:
-Los llamados periodistas económicos que, sin excepción, han escrito que ya ha pasado el pánico y que las acciones de Catalana van viento en popa.
-El ministro de la Industria, al achacar la culpa a las casas viejas que disponen de instalaciones inadecuadas para el gas natural.

Entretanto, si nada lo ha impedido, el abogado habrá presentado esta semana una querella criminal para dilucidar los responsables de la catástrofe de Ladrilleros, y parece ser que se pedirá a Catalana de Gas indemnización para construir o comprar pisos ya construidos en Sants para solucionar el problema de la vivienda de las 18 familias afectadas, así como el pago de los muebles y ropas perdidas en el siniestro, aunque de momento haya ya orden gubernativa de pagar 100.000 pesetas a cada vecino por los enseres perdidos. “¿Ve usted la ropa que llevo? Pues nada es mío. Tengo cosas allí, pero no me las dejan recoger porque están para que las examinen o no sé… Ninguno de los que estamos aquí va vestido de lo suyo, a no ser que lleve lo puesto del primer dia.”

Alguien dice que Catalana de Gas está asegurada en Catalana de Seguros, y que debería pagar ésta. En la rueda se dicen muchas cosas, pero no se sabe muy bien qué camino tomar. “Es la compañía quien ha de indemnizarnos por instalar el nuevo gas sin las debidas condiciones.” “Nosotros no pedimos el cambio a gas natural. Luego, cuando ya lo teníamos, nos quejamos de que gastaba bastante más que el otro y de que tenía escape, y vinieron empleados a mirar. En todas las casas del numero 19 había gas natural.”

Una persona del Centro Social aclara que en la zona comprendida entre las calles Rosés, Galileo, Tenor Massini y Carretera de Sants se huele con frecuencia a gas. Hay zanjas abiertas en las calles, concretamente en el momento de escribir estas líneas dos en la carretera de Sants y una en Can Mantega. “Y la semana en que pasó lo que pasó habían tapado una precisamente en Ladrilleros.”

El sábado día 4 hubo una manifestación de unas 500 personas ante la delegación de la compañía en Sants. Los ánimos están soliviantados. Y en el barrio se dice que la red es antigua  y las fugas abundan –motivo de las zanjas frecuentes-, y que la mayor presión del gas natural agrava esos defectos.

Se asegura también que la compañía tiene un cupo de toneladas que la fuerza a instalar el gas natural con prisas, sin todas las precauciones que se toman en Bélgica y Francia, por ejemplo, dos países donde hace ya tiempo que el gas natural funciona y donde no se han registrado catástrofes como la de Ladrilleros.

El silencio de Catalana de Gas resulta ominoso. Y pedirle que se explica n significa, como se ha querido ver, una condena al progreso ni nada parecido. Sencillamente, los ejemplos aducidos por los vecinos de la calle Aguilar, del Paseo Maragall, de la Avenida de la República Argentina, donde el pasado día 1 estuvo a punto de producirse una desgracia también por gas natural, exigen una explicación. Y tomar cuantas medidas sean necesarias para evitar que vuelvan a producirse accidentes que cuesten la vida a 14 personas.

J.M. Huertas Claveria


1 comentari:

Unknown ha dit...

Yo vivía en el número 19 fue terrible i después una pesadilla